lunes, 13 de octubre de 2008

Otra perspectiva

A veces pienso, cuando se habla de la Iglesia y la religión, que vemos las cosas desde perspectivas muy distintas y abordamos la realidad (una) desde nuestra perspectiva personal (variada), cosa natural, por otra parte..

Me surge esta reflexión al leer estas líneas de Romano Guardini en su obra "El Señor", en alemán suena mejor (jajaja): Der Herr.

"(...) Digámoslo abiertamente: los partidarios del "todo o nada" rara vez parecen vivir de acuerdo con su rigidez. Su actitud incondicional huele a menudo a retórica... No, lo que el sermón de la montaña exige no es un "todo o nada", sino que hay un comienzo y un proceso, un caer y levantarse. Entonces, ¿qué es lo que importa, realmente? Está bien claro: que no se entienda el mensaje como un mandamiento rígido, sino como una exigencia viva y una fuerza eficaz. De lo que se trata es de una relación viva del creyente con Dios que se va encarnando poco a poco a lo largo de la vida; de un encuentro que debe iniciarse y progresar"





¿A dónde quiero llegar con este pasaje de Guardini? Pues a un lugar común a todos: que ser cristianos no consiste en comprenderlo todo de forma inmediata; ni vivir la moral cristiana con una perfección absoluta desde el principio; ni ser una persona que, en definitiva, vive de acuerdo con el "todo o nada". Al final, ese "todo o nada" nos convierte en unos nuevos fariseos que intentan ocultar lo que todos somos: pecadores, gente que mete la pata, que se equivoca. Pero pecadores amados por Dios.

Me encanta la idea de Guardini de que la vida en Cristo tiene un comienzo y es un proceso, en el que uno se cae cien veces (a veces, sin darse cuenta) y que lo que cuenta es avanzar, levantarse y confiar porque, al final, todo se entiende. Hoy, especialmente, no puede entenderse la vida cristiana como una especie de obediciencia ciega, fría y rígida. La vida del cristiano tiene como referente a Cristo, presente y vivo. No como un cuento que te narran en la escuela o en la catequesis de la parroquia, muy bonito, pero un cuento en definitiva, que no tiene importancia en mi vida.

Esto lo escribo especialmente para quienes no se sienten cómodos con algunas exigencias de la vida cristiana (que lo son, desde luego); e intenta ser una invitación a que le echen coraje y, aunque no lo tengan muy claro, empiecen a andar, a dar pasos hacia a fe. Poco a poco, lo que hoy no se comprende, mañana se clarificará. Todo es cuestión de tiempo, paciencia y gracia. Lo que depende de uno, y ni siquiera, es echar el primer paso. Así, si uno se "atasca" con lo típico (moral sexual, fundamentlamente), que deje ese tema entre paréntesis y siga adelante, profundizando en su vida cristiana porque Dios no se agota en la moral sexual. Vale la pena, desde mi punto de vista, aunque sea con dudas, adentrarse en la búsqueda de la Belleza y del Amor que, en definitiva, es Dios.

Para ello, recomiendo vivamente cualquier obra de Benedicto XVI o Joseph Ratzinger: claridad y sencillez al servicio humilde de Dios. Muy bueno.

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