viernes, 1 de agosto de 2008

Me preocupa.

Estoy preocupado con los acontecimientos de estos últimos días. Me refiero a esos niños pequeños que han muerto asfixiados dentro de los coches de sus padres, porque se les olvidó que los llevaban.




En el de Sevilla, el padre era un profe que se olvidó que llevaba al crio, y en vez de llevarlo a la guardería, se lo dejó atrás, dormidito, mientras iba a cerrar las actas del instituto/colegio.

El otro, de Olot, en un viaje con dos coches: la madre lleva a un gemelo y el padre al otro. Y quiere la desgracia que el padre no se dé cuenta de que el niño pequeño también va dormido en el capazo. Lo mete en el maletero y emprende el viaje, pensando que el crío iba con su otro hermano en compañía de la madre. También murió asfixiado.

A esto hay que añadir,según la prensa, dos casos iguales sucedidos en Francia...

Dios mío, ¿qué está pasando aquí? Imagino el dolor inmenso de esos padres, y la crisis matrimonial que puede determinar un acontecimiento tan tremendo. Pero esto debería hacernos reflexionar: ¿por qué vamos tan deprisa a todos lados? Una prisa que hace que nos olvidemos de lo que más puede uno querer en la vida, junto con su mujer: a sus hijos... Terrible modernidad ésta que hace la vida del hombre cada vez más inhumana.

Señores, yo por lo menos no agunto este ritmo así que me bajaré en cuanto pueda,a ser posible, ya mismo.

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